Dolor sacroilíaco

Hace poco atendí a una paciente que se quejaba de dolor en la parte baja de la espalda y con irradiación hacia los glúteos y cadera derecha. Desde hace tiempo, siente dolor por las noches en cualquier posición y sobre todo tiene molestias al levantarse de una silla y a primera hora de la mañana. No hubo ninguna caída o accidente que pudiera causar tales síntomas.

Refiere este dolor desde el embarazo y lleva ya casi medio año desde entonces con este malestar.

En este artículo, te voy a explicar un poco qué es la Articulación Sacroilíaca (a partir de ahora la abreviaré ASI) y las diferentes formas de dolor que una disfunción a este nivel puede ocasionar.

También te diré cómo puede afectarse esta articulación y con qué tratamientos podemos ayudarte para mejorar este cuadro doloroso.

¿Pero qué puede provocar el dolor en la Articulación Sacroilíaca?

Para empezar, las articulaciones sacro-iliacas tienen principalmente una función de estabilización, permitiendo una muy pequeña cantidad de movimiento como mecanismo de trasmisión de fuerzas desde la columna hacia la pelvis y de los miembros inferiores y viceversa.

El síndrome de la ASI es uno de los muchos diagnósticos diferenciales para el dolor de espalda baja. Por lo tanto, hacer un diagnóstico exacto es a veces difícil.

El dolor causado por una articulación sacroilíaca (ASI) bloqueada o desviada puede ser agudo o crónico. A menudo, el dolor se hace notar primero a través de un mal movimiento, tras pasar mucho tiempo sentado, o tras coger peso de forma incorrecta. Aquí otras posibles causas:

–     Esfuerzos físicos persistentes causados por el deporte o el trabajo

–     Movimientos repentinos inadecuados, por ejemplo, una pisada al vacío

–     Embarazo: en el periodo de gestación se producen hormonas que aflojan los ligamentos que estabilizan la articulación, lo que puede desencadenar una afección inflamatoria de la ASI. Debido a que el aparato ligamentoso pierde estabilidad y la ASI se vuelve hipermóvil y no es capaz de soportar las cargas de presión, hace que los músculos de la espalda se tensionen para distribuir esas cargas y estabilizar la articulación. Esta situación es lo que conduce finalmente al dolor y a la inflamación.

–     Afecciones reumáticas y degenerativas o procesos infecciosos

–     Descompensaciones musculares: una debilidad de los músculos abdominales y los glúteos o un acortamiento del músculo Psoas, puede conducir a una alteración en los movimientos de la pelvis y la cadera, por lo que las articulaciones sacroilíacas son potencialmente vulnerables a sufrir movimientos excesivos.

–     Disfunciones viscerales o de algún órgano: por ejemplo, una inflamación de la ASI (sacroileitis) derecha puede tener su origen en una irritación del intestino delgado y en ocasiones por una alteración benigna de la próstata o del útero. Una sacroileitis del lado izquierdo podría estar relacionada con una alteración del riñón secundaria a un estado de estrés, por ejemplo, o también puede estar relacionado con un colon irritable.

–     Estrés emocional: en caso de un gran estrés emocional, exceso de trabajo o sobrecarga mental, se puede desarrollar una sacroileítis.

–     Deformaciones óseas, como escoliosis o acortamiento de las piernas

–     Esfuerzo inadecuado debido a la inclinación de la pelvis como resultado de la artrosis en la articulación de la cadera

–     Sobrepeso

Sintomas

Al igual que con muchas otras enfermedades o formas de dolor, los síntomas de la afección de la ASI son a menudo inespecíficos.

El dolor, suele manifestarse mayormente de forma unilateral en la parte baja de la espalda, en las nalgas, a veces por el área inguinal y en ocasiones puede irradiar incluso hasta la rodilla.

Algunas personas refieren dolor de cabeza o tensión simultánea en la zona cervical. Esto es debido a la tensión de la Duramadre espinal (esta es la capa exterior de tejido más gruesa que cubre y protege el cerebro y la médula espinal y que se extiende hasta las primeras vértebras del hueso sacro) , que es la responsable de la relación cráneo-sacra y ejerce una tensión recíproca entre los dos extremos de dicha membrana.

Una vez que el dolor está presente, en muchos casos vuelve regularmente o en algunos casos no desaparece del todo. Frecuentemente los pacientes afectados con el síndrome de la ASI refieren varios de estos síntomas:

–        Dolor fluctuante y de aparición espontánea en la zona de la ingle (por la tensión en el músculo Iliopsoas), en la región del glúteo, cadera o piernas.

–        Ocurre especialmente por la noche o a primera hora en la mañana.

–        El dolor disminuye al moverse (a diferencia del dolor de espalda).

–        Normalmente se incrementan las molestias al subir escaleras.

–        Además del dolor, la persona afectada puede percibir tensión muscular lumbar y rigidez o bloqueo de la ASI afectada, que es particularmente pronunciado por la mañana, pero que inicialmente mejora a lo largo del día con el movimiento.

–        Muchos pacientes también se quejan de molestias cuando están sentados, por lo que adoptan una postura compensatoria como medida de alivio, sentándose de un solo lado, lo que hace en realidad empeorar el cuadro patológico por las tensiones unilaterales que se crean.

Tratamiento

Es siempre conveniente realizar previamente un buen diagnóstico médico y fisioterápico (examen físico y pruebas complementarias) con la finalidad de determinar la causa real del dolor de la ASI.

Aquí algunos de los tratamientos que nosotros realizamos en su domicilio cuando existe disfunción en esta articulación:

–        Tratamiento de las fascias para liberar de adherencias el tejido blando y mejorar el flujo sanguíneo a la zona afectada, aportando con       esto los suministros necesarios para que la región correspondiente se recupere y regenere.

–        Aplicación de técnicas osteopáticas para movilizar la articulación en caso de hipomovilidad o bloqueo

–        Masaje y estiramientos de la musculatura acortada trabajando desde la zona cervical hasta las extremidades inferiores.

–        Ejercicios activos para mejorar la movilidad y elasticidad

–        La aplicación de calor ayuda a calmar el dolor y a reducir la tensión muscular.

 

Espero que este artículo haya sido de vuestro interés.

Nos vemos pronto con otro tema.

 

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